El caso Valeo, o la culminación de una política industrial inexistente

El Govern de Mas se presentó como 'business friendly' pero su supuesto apoyo a las empresas no ha evitado desinversiones y deslocalizaciones

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Cuando el tripartito era una olla de grillos, Artur Mas se vendía a sí mismo como business friendly, una expresión que hizo fortuna y que venía a significar que, al contrario de un Govern de izquierdas que, a ojos de CiU, sólo ponía trabas a las empresas, el suyo sería una alfombra roja al dinero, la inversión y las empresas. Unos años más tarde, la recuperación de la economía mundial, europea, española y también catalana ha hecho incrementar la actividad, pero la gestión convergente en cuanto a política industrial y de empresa tiene borrones.

El último de ellos, del pasado lunes: el fin de las negociaciones para el traslado de la fábrica de Valeo de Martorelles a Zaragoza. A colación de este caso, que, si no hay sorpresa de última hora, supondrá la pérdida de una industria y 257 puestos de trabajo directos en Cataluña, los sindicatos han acusado a Mas y a su consejero de Empresa y Empleo, Felip Puig, de tejer un discurso falso de apoyo a la actividad industrial mientras practican el liberalismo que, por otro lado, está en el ADN de Convergència.

«Han hecho eso de que el mercado se regule sólo», contaba una fuente sindical, en referencia a la teoría de la mano invisible de Adam Smith, uno de los padres del liberalismo económico. Ciertamente, en el caso Valeo, con la posibilidad de impedir lo que para un independentista catalán podría considerarse una deslocalización, el Govern se ha mantenido al margen de las negociaciones entre la empresa y los sindicatos, como explicó Economía Digital. Sólo a última hora Puig ha intentado interceder ante la dirección del grupo en Francia.

Luces y sombras

¿Ha sido ésta la tónica de toda la legislatura que ahora termina? Ha habido de todo. Ésta ha sido la legislatura del récord en turismo y exportaciones pero también la de la caída de las inversiones extranjeras (según datos del Gobierno); ha sido la de la llegada de Rakuten y la del encogimiento de BCN World; la del Mobile World Congress y la del fracaso en la privatización de ATLL; la de nuevas inversiones en Seat y la del traslado de la sede de Coca-Cola a Madrid.

Los datos del Govern muestran un apoyo creciente a la empresa, pero con resultados desiguales. En 2013, la Generalitat materializó 52 proyectos de inversión extranjera, por valor de 222 millones de euros, que generaron o mantuvieron más de 4.000 puestos de trabajo. En 2014 fueron 54 proyectos, por 318 millones y 2.800 puestos de trabajo, según datos de la Generalitat, que asegura que han sido los años en los que más proyectos han encontrado el apoyo de la administración catalana.

¿Más o menos inversión extranjera?

Sin embargo, el resultado de los esfuerzos para que las empresas extranjeras vengan o se queden en Cataluña no está claro. Según el ministerio de Economía, las inversiones extranjeras cayeron un 15,8% en 2014, hecho que el Gobierno atribuyó al clima político catalán, con un Govern independentista. Algunos catedráticos, así como organizaciones como la gran patronal catalana, Foment del Treball, han advertido que la inestabilidad política puede asustar al dinero.

El ejecutivo de Mas no reconoce las cifras del Gobierno, pero no tiene datos propios fiables de inversión extranjera. Desde Empresa y Empleo se apoyan en dos fuentes internacionales para defender que Cataluña goza de buena salud como polo inversor de proyectos. Una es el FDI Markets del Financial Times, según el cual en 2014 atrajo 103 proyectos, cinco más que en 2013, pero la inversión cayó de 2.563 millones a 1.892 millones de euros. Otra es el informe EY European Attractiveness Survey, que sitúa a Barcelona en el top ten de ciudades más atractivas para invertir.

Entradas pero también salidas

La Generalitat ha ayudado a la llegada de varios proyectos en la última legislatura. Por ejemplo, a la instalación del call center de H&M para España en Barcelona, o a la implantación de la filial española del líder japonés del e-commerce, Rakuten. También ha dado apoyo para inversiones importantes y crecimientos de empresas que ya estaban en Cataluña, como HP, eBay y Metaldyne.

La otra cara de la moneda son casos como el de Valeo. En los últimos tres años han llegado empresas pero también se han ido, como Anovo, que decidió en enero cerrar su delegación en Cataluña, o la firma de alimentación Mondelez, que cerró sus oficinas de Barcelona, además de las oficinas centrales en España de la distribuidora de Coca-Cola, dominada por la familia catalana Daurella. Antes, en la primera legislatura de CiU, se fueron firmas tan significativas como la multinacional farmacéutica Sanofi o Procter & Gamble.

Internacionalización, a medias

Las exportaciones son un capítulo en el que Cataluña puede sacar pecho, ya que se mueve en cifras récord tanto en volumen como en empresas exportadoras, y tiene el Puerto de Barcelona, una importantísima puerta de salida de los productos catalanes. Pero la política en cuanto al apoyo a las exportaciones de la Generalitat es más difusa.

El Govern ha abierto varias delegaciones comerciales en el mundo, la última en Tel Aviv (Israel), y ha realizado numerosas misiones comerciales, pero su apoyo a la internacionalización de las empresas no va mucho más allá.

Más crédito

Lo que sí está creciendo es el apoyo financiero a las empresas catalanas. A través del Institut Catalá de Finances (ICF), en 2014 se ayudó a 1.640 empresas, un 40% más que en 2013, con créditos y avales. La financiación dada a estas empresas fue de 732,6 millones, un 18% más que en 2013. En 2015 sigue el crecimiento (8% en el primer semestre), que va en paralelo al incremento del crédito por parte de los bancos como consecuencia de la mejora de sus balances y de la situación económica.

Además, una parte de la actividad del ICF se centra en el capital riesgo y los préstamos participativos, a través de la cual ayudó, hasta diciembre de 2014, a 32 start up. Pero no sólo ha entrado en pequeñas empresas sino que también lo ha hecho en compañías más consolidadas. El último caso, la entrada en Ficosa para apoyar el acuerdo de la empresa catalana con Panasonic.

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