El cambio en la presidencia de Alcoa despierta recelos en A Coruña

La plantilla acoge de buen grado a Rosa García, pero desconfía de los motivos del relevo

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Alcoa España está presidida desde el pasado 1 de marzo por una gallega. La mariñana Rosa García Piñeiro relevó a José Ramón Camino, que se mantuvo en el cargo durante 16 años. La multinacional estadounidense informó la semana pasada que el directivo abandonaba la aluminera “para emprender nuevos proyectos”. En la planta de A Coruña los cambios sucedidos en los últimos meses despiertan recelo.

Fuentes sindicales indican que el nombramiento de Rosa García es de su total agrado. Ingeniera industrial de 40 años, siempre estuvo muy relacionada con la fábrica de Alcoa en San Cibrao (Lugo). Hija de un trabajador jubilado de la factoría, comenzó a trabajar allí en 1999. No obstante, el cambio en la presidencia española se produce en un momento de especial tensión, después de que las factorías de A Coruña y de Avilés fuesen segregadas y se convirtiesen en unidades independientes del grupo este principio de año.

Muchos cambios en poco tiempo

“Para nada es que no nos guste Rosa, que es una persona que ya conocemos y sabemos cómo trabaja. Simplemente se están sucediendo muchos cambios en poco tiempo, y eso despierta recelos”, explican representantes de los trabajadores de la fábrica coruñesa, que indican que pocos podían imaginarse el relevo repentino en la cúpula de Alcoa.

Precisamente, fue Camino el que a finales del año pasado anunció la reorganización del gigante americano. La planta coruñesa y la de Avilés conformaban hasta hace poco Alcoa Inespal. Las dos fábricas nacieron a la vez, bajo el amparo de la antigua empresa pública Inespal, que la multinacional adquirió en la década de los noventa.

Segregación

No obstante, el proceso de segregación, que culminó este febrero, hizo que ambas factorías se estableciesen como unidades de negocio independiente. Ya a finales de 2013, el grupo constituyó Alcoa Inespal A Coruña SL, que mantiene, no obstante, el domicilio social en Madrid. La segregación desató la alarma entre la plantilla de la planta herculina, que da trabajo a unas 360 personas. Opinan que podría esconder el primer paso hacia una futura venta o cierre. Un extremo, no obstante, que siempre han negado desde el grupo empresarial, que aluden a cambios en busca de “mayor eficiencia”.

El anuncio de segregación cayó como un jarro de agua fría entre los trabajadores ya que en septiembre la multinacional puso a la venta las fábricas de Amorebieta en Vizcaya y la de Alicante, además de la Castelsarrasin, en Francia. Según fuentes sindicales, en la empresa es conocido el interés de un fondo de inversión por las plantas españolas, si bien no existe por el momento oferta en firme. Medios alicantinos apuntan los nombres de OpenGate Capital o Atlas Holding.

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