El auditor pone en la picota las cuentas de Euroespes

Detecta un resultado ‘inflado’ y falta de información sobre las filiales del grupo, que sigue envuelto en una guerra interna

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La guerra abierta en las tripas de la gallega Euroespes, empresa con sede en Bergondo y de reputación notable por su investigación contra el alzhéimer, no solo ha provocado un “profundo desorden” en la gestión de la compañía durante el pasado ejercicio, en el que se eligió un nuevo Consejo de Administración en junio que supuso el regreso del doctor Ramón Cacabelos a la presidencia del grupo.

Los líos entre accionistas también han condicionado los ingresos y beneficios de la biotecnológica y, finalmente, hasta la formulación de sus cuentas anuales. Así consta en el informe remitido por la compañía al MAB, en el que presenta unas ganancias de 29.829 euros, frente a las pérdidas de 643.675 euros del año anterior. Pero a pesar de la notable mejoría, también reflejada en una contención de la caída de la cifra de negocio (del 3% en 2013 frente al 14% del año anterior), el auditor ha hecho numerosos borrones en el balance de la compañía. En su informe detecta errores en el cómputo de créditos fiscales y reconoce que no puede valorar la participación de la sociedad en su principal filial.

Las dudas del auditor

El informe de auditoría, que realiza Auditoría y Diagnóstico Empresarial (Audiesa), señala que, al igual que sucediera en 2012, las cuentas no están firmadas por todos los integrantes del consejo de administración “sin que conste explicación alguna de dicha omisión” y que “los resultados del ejercicio y, por tanto, el patrimonio neto se encuentran sobrevalorados”. Estos es debido a que el registro de los créditos fiscales anotados por la sociedad, que ascienden a 225.000 euros, «no cumple con los criterios exigidos por la normativa contable en vigor”.

También recalca el auditor que “la memoria no tiene información suficiente que nos permita evaluar la existencia de grupo de sociedades y la calificación de partes vinculadas” y acaba advirtiendo que los resultados presentados por Euroespes presentan un fondo de maniobra negativo de 298.000 euros, elevándose en casi 50.000 euros sobre el último ejercicio, cuando ascendía a 249.000.

El cisma de Euroespes Biotecnología

Todavía hay una última salvedad en el informe de auditoría, que reconoce no poder evaluar la veracidad de la participación de Euroespes en una de sus filiales clave, Euroespes Biotecnología. Según las cuentas de la sociedad, estaría valorada en 678.000 euros y correspondería al 39,05% de la participada, pero el auditor señala que no puede comprobar dicha valoración.

Euroespes Biotecnología, con domicilio en Bergondo, está precisamente en el ojo del huracán en la compañía gallega. Pieza cotizada por poseer la mayor base privada de datos genéticos de España, está controlada por Rodrigo y Patricia Marchal a través del grupo coruñés Inversiones Portichol. Son los hijos de Antonio Marchal, el empresario en su día propietario de Leche Celta.

Rodrigo y Patricia ocuparon la presidencia y vicepresidencia de la compañía tras la dimisión del afamado doctor Cacabelos. Llegó su mandato, en Comisión Ejecutiva, hasta la siguiente junta de accionistas, cuando Cacabelos retomó el trono con el apoyo de otro accionista de referencia, Caja Rural de Soria.

Reina el caos

Y mientras, según indica el actual consejo de administración, reinó el caos, o poco menos. En el Informe de Gestión hacen notar que la dimisión de Cacabelos y del director financiero del grupo “provocaron un gran desorden administrativo, económico, financiero y de gestión”.

Más que eso, la administración de Cacabelos utiliza las cuentas para cargar con dureza contra su relevo temporal al frente de Euroespes y, de paso, continuar la envenenada guerra interna que todavía deparará batallas, puesto que en la junta de accionistas de junio de 2013 se aprobó una acción de responsabilidad social contra el consejero Rodrigo Marchal. Así, dicen el actual consejo, “estos hechos han llevado a la sociedad a un riesgo de gran magnitud”, que se ha visto reflejado en los resultados del primer semestre, en el “funcionamiento interno”, en las relaciones de la empresa con empleados y proveedores, y en la imagen exterior de la compañía.

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