De Alibérico a Alu Ibérica: cara y cruz de la crisis del aluminio

Mientras que la compañía del gallego González Soler ganó 8 millones en 2019, el personal de las antiguas plantas de Alcoa reclama la intervención estatal

Manifestación de la plantilla de Alu Ibérica en A Coruña. EFE/Cabalar

Manifestación de la plantilla de Alu Ibérica en A Coruña. EFE/Cabalar

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Afectada por los bajos precios internacionales, la industria del aluminio sufre una crisis propia que, ahora, se ve agravada por la pandemia del Covid-19. En España, el rostro más nítido de esa situación está en A Mariña lucense. El gigante americano Alcoa anunció este verano su intención de cerrar la factoría de aluminio primario de Cervo y dejar en la calle a 534 trabajadores. Fracasadas las negociaciones de venta con la británica Liberty House, el Gobierno presiona ahora a la multinacional con la pretensión de buscar una salida que garantice la continuidad de la planta, estratégica para la comarca lucense. No obstante, los trabajadores de Alu Ibérica recordaban hace unos días que en el estado español «hay otras alcoas«. Desde hace meses, los cuadros de personal de las dos antiguas plantas de los de Pittsbugh en A Coruña y Avilés reclaman la intervención del Estado. Denuncian que la producción de aluminio no se ha retomado desde hace más de un año, cuando Parter se hizo cargo de ambas  fábricas mediante un proceso de puja que fue tutelado por el propio Ministerio de Industria. Las críticas arreciaron cuando el fondo suizo que resultó adjudicatario traspasó la mayoría accionarial a Grupo Industrial Riesgo, contraviniendo, según los sindicatos, el acuerdo de compra establecido. Los trabajadores de la antigua Alcoa en A Coruña encadenan semanas de movilizaciones, reclaman al Estado que tome cartas en el asunto, intervenga ambas empresas y, además, garantice de una vez por todas un precio energético estable para la gran industria a través del prometido Estatuto de Consumidor Electrointensivo. La próxima concentración tendrá lugar este jueves, 8 de septiembre.

Sin embargo, también hay compañías que, a lo largo de los últimos años, han ido capeando con éxito la crisis del sector. En España uno de los principales ejemplos está en Alibérico, el grupo de aluminio dirigido por el empresario gallego Clemente González Soler. Hay que tener en cuenta, no obstante, que su negocio, si bien basado en el aluminio, difiere del de Alcoa o Alu Ibérica ya que no es un productor, sino un transformador. Sin embargo, el nombre de Alibérico siempre ha estado ligado, por lo menos a nivel mediático, a Alcoa y a la actual Alu Ibérica. Los de González Soler, en alianza con Aludium, llegaron a participar en 2019 en los estadios iniciales de la puja por las factorías de A Coruña y de Avilés, si bien finalmente abandonaron la carrera. No era la primera vez que se interesaban por los activos de la antigua empresa pública Inespal, ya que en 2016 ya realizaron otra intentona sobre estas dos factorías y la de A Mariña. Además, entre las sociedades del grupo Alibérico figura Iberfoil, la planta de hoja de aluminio que Alcoa tenía en Sabiñánigo (Huesca) y que vendió al fondo alemán Bavaria hace más de una década para acabar, posteriormente, en manos de González Soler. 

Alibérico se mantiene en beneficios millonarios

Sobre el papel, Alibérico y Alu Ibérica representan las dos caras de aluminio en España. Las cuentas presentadas por FGA Main Corporation (el holding que sostiene Alibérico) ante el Registro Mercantil, indican que el grupo cerró el año 2019 con unos beneficios consolidados de 8,1 millones de euros, frente a los 8,7 millones conseguidos un año antes. El resultado de explotación, el directamente atribuible a la actividad de la empresa, fue de 9,1 millones de euros, un 18% por debajo del acuñado el ejercicio precedente. La cifra de negocio ascendió a 166,7 millones de euros de la que, según el informe de gestión que acompaña al balance de resultados, «un 68% corresponde a exportaciones a 72 países en los cinco continentes«.

A pesar de que las magnitudes de Alibérico han caído con respecto a 2018, el grupo destaca, en su memoria, su solvencia        financiera. Según indica, a finales de diciembre del año pasado Alibérico «mantenía líneas de financiación bancaria por importe de 45,2 millones de euros, de las que solo un 25% estaban dispuestas, con un amplio pool bancario que, día a día, comparte y apoya el proyecto industrial y tecnológico del grupo». Además, el fondo de maniobra se mantiene positivo en 32,7 millones de euros

Clemente González Soler, empresario gallego y presidente de Grupo Alibérico, en las quinielas como posible interesado en Alcoa San Cibrao. EFE (Víctor Lerena)

El empresario gallego Clemente González Soler, presidente de Alibérico

Crisis del Covid-19

Con respecto a la crisis del Covid-19, el grupo expone en sus cuentas que el estado de alarma le obligó a implementar «medidas organizativas, técnicas y financieras para adaptarse a la situación provocada por la crisis sanitaria». En base a una «reevaluación de las previsiones económicas, financieras y productivas de la compañía», la dirección de Alibérico estimó que no resultaría necesario «aplicar cambios o ajustes de valoración significativos». Indica también la compañía que durante los primeros meses de la pandemia, Alibérico vio intensificada su producción destinada «a los sectores de farmacia, alimentación y bebidas«. «Adicionalmente, hemos concentrado tecnología, personas y recursos para el desarrollo de nuevas soluciones de protección activa, de limpieza y desinfección de equipos para el sector sanitario», apunta.

Alu Ibérica, o los «trozos de Alcoa»

A falta de conocer las cifras de Alu Ibérica correspondientes al año 2019, la situación tanto en A Coruña como en Avilés no pinta bien. El comité de empresa herculino asegura que el estado de la factoría es crítico porque ni Alcoa ni el fondo Parter cumplieron nunca los acuerdos alcanzados en el proceso de traspaso de la planta. «Cuando se vendió se acordó un plan industrial a desarrollar en 24 meses para recuperar la planta de cara a la continuación de la producción de aluminio primario y secundario», recuerda la representación de los trabajadores, que añade: «Vamos para 15 meses de auténtico engaño«. En este tiempo, los suizos vendieron la mayoría accionarial de las plantas a Grupo Riesgo, una maniobra que, según los trabajadores (y la propia Alcoa, en su momento) vulneraba el acuerdo de venta a Parter. «Durante este tiempo, las fábricas sufren un saqueo constante en los inventarios que históricamente existían o se vulnera lo acordado para la formación del personal y las condiciones laborales y salariales», asegura la parte social en un comunicado, en el que también culpan a las administraciones autonómica y central de no cumplir con sus compromisos, esto es, garantizar un precio estable de la energía y hacer un seguimiento del proceso de compraventa.

La plantilla de Alu Ibérica reclama a las autoridades que «paren los pies a Alcoa» e intervengan tanto la fábrica de San Cibrao, ahora en la cuerda floja, como sus antiguas plantas en A Coruña y Avilés. El presidente del comité de empresa, Juan Carlos López Corbacho, reclamaba esta semana al Gobierno que volviese a «juntar los trozos» que deja tras de sí el gigante americano. 

En mitad de esta situación de tensión, la actual dirección de Alu Ibérica rechaza las críticas, afirma que está invirtiendo en las factorías y que «sigue avanzando en la reparación de maquinaria clave» en las plantas de A Coruña y de Avilés. Unas mejoras que, aseguraba hace unos días, «permitirán aumentar la producción en un 25% adicional y mejorar el rendimiento y la competitividad de las plantas». Los de Riesgo insisten en que su plan industrial es sólido, si bien las protestas de los trabajadores arrecian.

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