El coronavirus resucita la urbanización fantasma de Fadesa en Miño

Casi tres cuartas partes de las más de 1.200 viviendas de Costa Miño Golf se encuentran habitadas tras un tirón de ventas que se ha acelerado tras el Covid

Imagen de la urbanización Costa Miño de Golf, promovida por Fadesa

Imagen de la urbanización Costa Miño de Golf, promovida por Fadesa

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Oleada de compras en la urbanización que Fadesa puso en marcha su día en el Concello de Miño. Mientras el mercado inmobiliario se frena en las grandes ciudades hasta el punto de que la compraventa de viviendas en España cerró el peor primer semestre con su peor balance desde 2015, el interés comprador se reaviva una de las promociones gallegas que en su día se convirtió en uno de los símbolos del pinchazo de la burbuja inmobiliaria del año 2008.

“Está habiendo mucho interés sobre todo entre gente joven de entre 30 y 45 años”, destacan desde Poisa y Valiño, inmobiliaria de Miño que en los últimos meses ha pisado el acelerador con la venta tanto de viviendas ya terminadas como de parcelas y que, además, constata no solo un cambio de tendencia sino también otro perfil de comprador. “Ahora la gente que compra lo hace para tener la vivienda como primera residencia”, recalcan desde Poisa y Valiño, que cifran ya en un 70% el grado de ocupación de las viviendas de una urbanización que vuelve a abrirse paso tras años de letargo.

El empujón del Covid-19

En este sentido, desde el sector explican que el ritmo de ventas se venía acelerando ya el año pasado y a comienzos de 2020, pero la crisis del Covid-19 “impulsó aún más” el volumen de operaciones. “La gente ahora quiere tener su terraza, una parcela, piscina y tener más espacio” aseguran desde Poisa y Valiño, en relación a un cambio de preferencias por parte de los clientes durante un periodo marcado por un confinamiento que muchos han vivido desde sus pisos y que ahora se lanzan a la búsqueda de viviendas unifamiliares.

El boom de ventas en esta urbanización que suma más de 1.200 viviendas se está haciendo notar también sobre el padrón municipal. Miño superó por primera vez la barrera de los 6.000 habitantes en 2018 tras ganar 151 nuevos residentes en un año para, en 2019, sumar otros 144 hasta hacer un total de 6.200. Esta dinámica estaría generando, según recalcan desde el sector inmobiliario, un círculo virtuoso. “Que haya compras y sobre todo que sea de gente joven y que viene a asentarse aquí como primera residencia genera que haya más vida y más servicios y eso al final anima a otros a venir”, aseguran desde Poisa y Valiño. Desde la inmobiliaria explican que los precios de estas viviendas ya no se mueven a la baja sino ligeramente al alza por la presión compradora, aunque matizan que esto también se produce porque se partía de “precios muy económicos”.

La quiebra de Martinsa

Este repunte de ventas se produce cuando Martinsa-Fadesa afronta su quinto año en liquidación y con un patrimonio neto negativo que va en aumento al situarse en 6.159 millones de euros según el último dato disponible (del cierre de 2018), lo que supone un aumento de 239 millones respecto al año anterior.

La constructora en su día capitaneada por Fernando Martín se encuentra en proceso de subasta de activos, de los cuales una parte se encuentran en Miño. El administrador concursal ha habilitado un plazo hasta el día 23 de octubre para pujar por la subasta número 12. De ella forman parte un lote de suelo finalista en su urbanización de Ayamonte (Huelva), parcelas en Tarragona o Villanueva de la Cañada (Madrid), así como obras ya terminadas, entre las que se encuentran un trastero y una vivienda en Miño y plazas de garaje en A Coruña o Cambre (A Coruña).

Las cicatrices en Miño

La urbanización proyectada en el año 2002 resucita con este repunte en ventas mientras queda pendiente la finalización de los trabajos de construcción sobre alrededor de una décima parte de estas 1.200 viviendas que, como derivada, acabaron dejando al Concello de Miño como el más endeudado de toda Galicia. 

La corporación municipal todavía mantiene una deuda cercana a los 23 millones de euros con 200 particulares a los que expropió estos terrenos sobre los que posteriormente se asentó la urbanización. Estas cantidades se irán abonando de manera progresiva hasta el año 2038 después de que el Concello de Miño consiguiese ampliar el plazo de pago en diez años. 

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