Carceller pierde 150 millones en la batalla

Demetrio Carceller, máximo accionista individual, no ha sido informado del pacto con Pemex para mover la silla a Antonio Brufau. La tensión con Del Rivero se dispara tras la fuerte caída este verano del valor de la participación del dueño de Damm

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Demetrio Carceller, propietario de Damm y del grupo de distribución de carburantes canario Disa, se  convirtió el pasado mes de mayo en el enemigo público número uno del presidente de Repsol, Luis del Rivero. De la mano de Juan Abelló, el primer accionista de la constructora con el 15,8% del capital anunció que impugnaría la junta que aprobó que los dos primeros ejecutivos del grupo –el citado Del Rivero y Manuel Manrique- duplicaran su presencia en el consejo de administración. Cumplió su amenaza en junio.

Detrás de la impugnación había mucho más que una cuestión de reparto de sillas en el máximo órgano de administración. El gran objetivo de Carceller y Abelló era mantener a raya a Del Rivero. Dicho de otra forma, evitar a toda costa que su opinión y la de Manrique fueran absolutamente claves a la  hora decidir el futuro de Repsol, donde la constructora se juega el tipo con su participación del 20,01% que se ha convertido en una bomba de relojería. Sin embargo, Carceller ha sido absolutamente ignorado de nuevo por los dos primeros ejecutivos del grupo.

Del Rivero no le ha informado sobre el acuerdo estratégico firmado con la mexicana Pemex para desalojar a Antonio Brufau de la presidencia de Repsol y tomar el control del grupo hasta que el lunes la operación se hizo pública. Es decir, que el primer accionista de la compañía y el principal enemigo de Del Rivero –junto a Abelló controla una cuarta parte de las acciones de Sacyr- se ha enterado de una operación clave para el futuro de la compañía al mismo tiempo que cualquier accionista individual del grupo.

Fuentes cercanas al grupo aseguran que es muy dudoso que el tándem Carceller-Abelló apoye la estrategia de Del Rivero para intentar mover la silla de Antonio Brufau. Primero, porque se sienten ninguneados por el primer ejecutivo del grupo, al que ya acusaron en mayo de tomar decisiones de forma «irregular, abusiva e injustificada”.

El gran damnificado

Y, segundo, porque Carceller cree que debe defender con uñas y dientes una participación cuyo valor se había desplomado la friolera de un 35% en los últimos tres meses hasta que el lunes se hizo público el acuerdo con Pemex. El dueño de Damm ha sido el principal damnificado de la guerra en el seno del consejo y del impacto negativo que ha tenido en Sacyr el desplome de la cotización de Repsol. El grupo constructor debe refinanciar antes de diciembre el crédito de 4.972 millones asociado a su entrada en el grupo energético.

A día de hoy, está claro que Del Rivero no puede mantener los argumentos que utilizó el día de la junta, en mayo. Entonces, manifestó su convencimiento de que Banco Santander tendría «una participación más importante de la que actualmente tiene» en el préstamo de Repsol y que esta buena noticia pesaría mucho más que las discrepancias entre los accionistas. Ese día Sacyr subió un 5,4% hasta los 7,78 euros. Ahora, con la acción de Repsol alrededor de los 20 euros –Sacyr compró a 26,7 euros- la refinanciación es un problema de órdago para un grupo cuya deuda supera en más de un 500% su capitalización bursátil.

150 millones menos

Sin embargo, el día siguiente a la junta el valor empezó un desplome que ha continuado hasta reducir el valor del 15,8% de Carceller en Repsol hasta los 355 millones de euros. Es decir, 150 millones menos respecto a los 505 millones en los que estaba valorado antes de que junto a Abelló decidiera declarar la guerra al empresario murciano.

El último gran paquete de acciones comprado por Carceller corresponde al mes de marzo pasado, cuando adquirió 2,9 millones de acciones con los fondos obtenidos por la venta del 10% de CLH. Todos aquellos títulos los adquirió el nieto del fundador de una de las grandes sagas empresariales del país por encima de los 8 euros. Hoy, Sacyr cotiza en 5,35 euros. Es decir, una tercera parte por debajo aunque el balance anual del grupo constructor y de servicios es positivo gracias a la fuerte subida del martes, tras el anuncio del acuerdo con Pemex.

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