Carceller intenta forzar un consejo de Pescanova para dar un golpe de timón

La multinacional, que tiene al propietario de Damm como segundo accionista y principal obligacionista, mantiene sin convocar al órgano de administración

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Pescanova no solo está acosada por su deuda y por la renovación de una póliza de crédito. También por la actuación de algunos de sus socios más fuertes. La guerra abierta entre Manuel Fernández de Sousa, presidente y primer accionista con un 14,42%, y Demetrio Carceller, segundo con algo más de un 7% y titular de unos 20 millones de euros en obligaciones convertibles en acciones, está pendiente de un consejo de administración solicitado por escrito por el presidente de la cervecera Damm. La petición no ha recibido respuesta todavía desde la multinacional pesquera. Al menos, hasta última hora de la tarde de este lunes. Ésta es la última entrega de una batalla accionarial que precipitó la presentación del preconcurso de acreedores y mantiene a la compañía sin cotizar, aunque su regreso al parqué se aprobó a primera hora del lunes.

Fuentes cercanas a la compañía, cuyo accionariado se encuentra muy repartido tras la salida de las extintas cajas gallegas, aluden a una falta de entendimiento total entre ambos accionistas de referencia, lo que amenaza con prolongar la situación de incertidumbre que vive Pescanova de cara a despejar su futuro inmediato.

Cuentas paralizadas

Fueron el grupo de Carceller (tiene a su hermano José como consejero) y el representante de la luxemburguesa Luxempart, que controla otro 5,83% de la compañía, quienes se negaron a firmar las cuentas anuales correspondientes a 2012. Posteriormente amagaron con rectificar la decisión, precipitando una situación casi inédita para una empresa cotizada.

A partir de conocer esa situación, según fuentes cercanas a la compañía, se produjo la maniobra defensiva de Fernández de Sousa al pedir la suspensión de cotización para acto seguido, el mismo viernes, instar al preconcurso.

Las bazas de Carceller

“Nadie es capaz de controlar la situación en estos momentos”, señalan las mismas fuentes. En este sentido, Carceller y Fernández de Sousa no mantienen ningún diálogo en estos días. Por si esa incomunicación fuera insuficiente, al desencuentro se añade lo arriesgado de contar como segundo accionista a un grupo empresarial que se ha convertido en uno de sus principales obligacionistas tras las últimas emisiones llevadas a cabo por Pescanova.

Fuentes cercanas a la empresa, que se mantiene en silencio y advierte de que toda novedad que se produzca será comunicada a la autoridad bursátil, estiman que Carceller es titular de 20 millones de euros en obligaciones convertibles en acciones, lo que una cotización baja le podría brindar la oportunidad para hacerse con el control de Pescanova sin demasiadas dificultades. Para ello debería sumar esas obligaciones, una vez convertidas en acciones, a los títulos que ya posee.

En medios bursátiles se destacaba que las órdenes de venta sobre Pescanova son cuantiosas, mientras que las de compra son bastante menores, un hecho que podría precipitar la caída del valor.

Aunque oficialmente declara casi un 6,2%, la participación de Damm rebasa de largo el 7%, a lo que se añade otra circunstancia: muy pocos fuera de su entorno saben exactamente cuántas acciones de Pescanova tiene “aparcadas” Carceller. Es decir, los títulos que controla por debajo del 3% del capital, que no tiene obligación de comunicar a la CNMV. Los movimientos en Bolsa en el arranque del año, cuando en una semana cambió de manos hasta un 12% de la compañía a través de traders, apuntan en esa dirección.

El argumento de la profesionalización

De hecho, “en los últimos meses se han movido más acciones de Pescanova que en los últimos tres años”, explican fuentes del mercado. De intercambiarse 45.000 títulos en un día se ha pasado a los 350.000 en una sola jornada, con la consiguiente revalorización hasta justo antes de la suspensión de cotización.

Mientras Pescanova guarda silencio, e intenta renegociar una póliza de un crédito que algunas fuentes señalan que roza los 100 millones de euros con una veintena de entidades financieras, desde Damm, oficialmente, apelan a la serenidad, asegurando desde la cervecera que «apoyamos y seguiremos apoyando a la compañía a través de la representación que tenemos en el consejo de administración”. Y se limitan a asegurar que “damos soporte a las decisiones que se están tomando y creemos que Pescanova será capaz de solucionar su situación en el preconcurso debido a su actividad, como ha hecho hasta ahora».

Frente a esta versión oficial, desde algunos ámbitos interpretan las palabras de Damm y perfilan su posición asegurando que la intención de Carceller es aclarar el entuerto, señalando además que su propósito al no firmar las cuentas era simplemente un intento más por “profesionalizar” la gestión de la compañía, que lleva con mano firme su presidente, Manuel Fernández de Sousa. Sin embargo, la guerra está servida.

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