Alvariño amenaza con llevar ante el juez a los críticos de la patronal

El presidente de la CEG niega que realizase autocontrataciones y se reserva "el derecho a defender el honor" en los tribunales contra quien afirme lo contrario

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La guerra interna que bloqueó las cuentas de la patronal y forzó la convocatoria de elecciones anticipadas se intensificó tras la llamada a las urnas en la patronal de Pontevedra. Entre acusaciones de intervencionismo del presidente, José Manuel Fernández Alvariño, en favor de Jorge Cebreiros, las elecciones acabaron en el juzgado. Fue a partir de entonces cuando las tensiones con las que llevaba tiempo lidiando la Confederación de Empresarios de Galicia acabaron en ruptura y el presidente perdió la mayoría de apoyos.

Alvariño llama «filtraciones» y «deslealtad» a la actitud de empresarios críticos con su gestión, que sacaron a la luz la contratación de servicios externos de la patronal –como el chófer o el seguro de la sede– a empresas del empresario vigués. El presidente saliente no sólo rechaza que se trate de autocontrataciones, sino que amenaza con llevar a los tribunales a quien así las califique.

«Esto simplemente no es verdad, categóricamente, y me reservo el derecho de defensa de mi honor ante los tribunales de justicia. Todas las contrataciones de servicios externos de la CEG, además de ser de coste muy inferior al de períodos anteriores, fueron aprobadas por los órganos correspondientes, el Comité Ejecutivo y la Junta Directiva de la CEG, en muchos casos por unanimidad», asevera.

Todo fue para ahorrar gastos

La defensa que hace Alvariño de su gestión, se centra en buena medida en la reducción de los gastos fijos de la patronal, un compromiso que adquirió cuando llegó a la presidencia de la institución, sosteniendo que debía adelgazar su estructura para hacerla viable, incluso sin subvenciones públicas:

«Solicité y así fue aprobado que fuera mi chófer -y mi coche- el responsable de seguir prestándome un servicio (…) a un precio inferior al de otras propuestas presentadas. Para evitar la multiplicidad de facturaciones solicité a la empresa contratada para los servicios de comunicación, que se hiciera cargo también de los gastos de gabinete y coche, sin que eso supusiera incremento económico alguno por su parte, como así se hizo», explica el empresario.

Las cuentas que nunca se aprobaron

Una tesis similar sostiene sobre las cuentas que todavía no fueron aprobadas, pese a estar auditadas, según recuerda. El balance de 2014, dice Alvariño, muestra como los gastos se redujeron casi a la mitad.

«Los gastos de personal y explotación del ejercicio de 2013, último del equipo anterior, ascendían a 4.294.000 euros. Los de 2014, primer ejercicio de mi mandato, sin aprobar, a 2.161.000 euros. Una disminución de 2.133.000 euros, el 50% aproximadamente», expone.

Reducción «dolorosa» de personal

Esto fue posible por «una dolorosa reestructuración de personal y externalización de servicios».

La plantilla se redujo en 17 personas, el gasto en el gabinete y el equipo de comunicación se redujo a la mitad. «Pasó de tres personas en plantilla con un coste de 108.000 euros anuales, a externalizar el servicio con un coste total de 48.000 euros anuales», zanja Alvariño.

El programa que se quedó a medias

Cuando llegó a la presidencia de la patronal gallega y desbancó a Antonio Fontenla, el empresario vigués llevaba dos objetivos claros en su hoja de ruta. Por un lado, democratizar el funcionamiento de la Confederación de Empresarios de Galicia limitando el número de mandatos del presidente, estableciendo la incompatibilidad de ocupar el mismo cargo en una provincial y dando mayor peso en la toma de decisiones a las patronales de cada provincia. Por otro, reducir gastos con una rebaja de plantilla y externalizar servicios.

La ejecución de tal programa ni hizo sino estimular la batalla en la patronal. Parte de los contratos externos acabaron en sus empresas, lo que le costó páginas en los diarios y más críticas internas. Las cuentas, con el recorte de gasto, acabaron bloqueadas y lo obligaron a convocar elecciones ante la pérdida de apoyos. Las elecciones de Pontevedra, la plaza que dejó por considerarla incompatible con su cargo,  le costaron una revuelta interna de magnitud.

Bloqueo

Alvariño, sin entrar en los motivos, entiende que hubo un bloqueo a su gestión, escenificado en la aprobación de las cuentas. Relata a modo de evidencia cómo en la reunión del Comité Ejecutivo de junio, se aprobó por unanimidad el balance, para luego, en la Junta Directiva, «celebrada a continuación», tumbarlo.

«Se produce una petición de voto secreto, y algún miembro del Comité Ejecutivo y de la Junta de Vicepresidentes, que llevaba numerosos votos delegados, vota en contra de lo que acababa de aprobar media hora antes», asegura.

Los críticos han negado que hubiese un bloqueo a los números, aunque sí un rechazo la gestión del presidente. En junio de este año, lo cierto es que la CEG estaba dividida, y la fractura hizo imposible sacar adelante las cuentas. Ahora, críticos y no críticos con Alvariño se mueven para ocupar el sillón que deja vacío.

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