Alierta pacta con el Rey la ‘excedencia’ de Urdangarín

La infanta Cristina convenció a su marido para que acatara el plan del presidente de Telefónica y de su padre

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El Rey y el presidente de Telefónica, César Alierta, pactaron el despido no traumático de Iñaki Urdangarín, que esta semana ha abandonado la multinacional española bajo el paraguas de una excedencia voluntaria. El hecho está en que el Duque de Palma difícilmente volverá a trabajar para la teleco.

Todo se urdió en Marivent (Palma de Mallorca). El palacio encargado por el pintor Juan de Saridakis, escenario del encuentro privado, les arropó mientras acordaban cómo podía Telefónica desprenderse de Urdangarín sin que la Casa Real tuviera que lidiar con el despido fulminante, interpretable –según coincidieron ambos—, como la condena anticipada a las conclusiones judiciales. No fue la primera vez que el monarca y Alierta trataron del polémico asunto.

Hasta ahora, Juan Carlos ha frenado al ejecutivo aragonés que, presionado por el consejo de Telefónica, lleva meses dispuesto a cumplir con el reglamento interno de la compañía y despedir objetivamente, aunque con una indemnización de 2,4 millones de euros, al yerno del Rey por perjudicar a la reputación de la firma. Pero esta vez, el Borbón necesita al empresario.

Reforzar la imagen

Hace años que agosto dejó de ser calmado. La economía enterró la paz estival en 2008, aunque el ajetreo ha tardado un lustro en llegar a Zarzuela. Lo ha hecho, sin embargo, en forma de crisis de imagen. A Urdangarín se suman los elefantes de Botswana y la reina Corina. Hasta el manotazo que este jueves Juan Carlos ha dado a su chófer.

La Casa Real quiere encontrar en otoño los meses de la remontada y presentarse en diciembre ante la nación con la popularidad recuperada. Para ello, el monarca y su grupo de colaboradores han diseñado un plan para vestir a Juan Carlos como un líder próximo a los españoles y que, en la medida que los límites constitucionales le permiten, toma cartas a favor de sus súbditos en plena tormenta económica.

El plan real

Zarzuela consideró que Alierta es una pieza clave en esta estrategia, de modo que ha facilitado la solución de Telefónica a Urdangarín. Convenida que la salida voluntaria era la vía, urgía convencer al duque para que diera el paso.

Los resortes palaciegos se pusieron en marcha y llamaron a consultas a la infanta Cristina. Debía convencer a su marido, o a la Casa Real se alejaría más de ellos. La supervivencia de la monarquía en el Príncipe de Asturias está en juego, a juicio de la jefatura del Estado, y el Rey estaba dispuesto a dar la espalda a su hija, séptima en la línea sucesoria.

Todo transcurrió entre el 6 y el 21 de agosto. Quince días de citas, llamadas telefónicas y conversaciones de alcoba hasta que la semana pasada, Alierta recibió la carta que deseaba, aunque no en los términos totales. No era la dimisión, sino la excedencia lo que ofrecía Urdangarín.

Sin embargo, el manuscrito le permitía sortear un pozo sin fondo reputacional y afianzar las relaciones con la monarquía. En el tiempo de descuento, el directivo que posee un millón de acciones de IAG logró el compromiso de que Urdangarín no reclamara su antiguo puesto.

Las portadas, llenas

Desde este jueves, Telefónica se ha desentendido de la remuneración dineraria y en especies –como la seguridad privada que reforzaba la oficial— que pagaba al duque.

Por su parte, el Rey ya empieza a cobrarse las prendas por la gestión. Y en este contexto se enmarca su aparición por sorpresa en la reunión del Consejo Empresarial para la Competitividad, el lobby presidido por Alierta y que reúne a las 15 principales compañías del país.

De la sede de Telefónica salieron las fotografías que el jueves llenaron las portadas y que muestran a un rey preocupado y rodeado de los empleadores de millones de personas en España y en todo el mundo.

No será la última vez que Alierta medie para facilitar estas escenificaciones. Mientras, Moncloa no estaba informada sobre este aspecto de la agenda de Juan Carlos.

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