Abanca, Megasa, Altia, Rosp… Ola de inversiones gallegas en Portugal

Portugal está de moda: mientras Abanca pone los ojos en el banco Eurobic, Sandra Ortega impulsa un resort de lujo y Frinsa compra una conservera

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La pasada semana, el alcalde de Oporto, Rui Moreira, lanzó al aire una pregunta que ha traído cola. ¿Sería posible que España y Portugal se convirtiesen en Iberolux, la versión patria del Benelux de Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo? El dirigente lo tiene claro: España –especialmente Galicia– y Portugal deben actuar de forma coordinada. Durante muchos años, dice, han estado trabajando de espaldas, y es hora de que lo hagan de la mano. No obstante, la realidad es que las grandes empresas gallegas llevan décadas haciendo negocios de ida y vuelta a Portugal que, efectivamente, en los últimos años ha ganado peso. No hay más que ver la actual situación de Abanca, el banco gallego presidido por Juan Carlos Escotet.

En el último año, la sociedad integró el negocio portugués de Deutsche Bank y los activos españoles de Caixa Geral, el primer banco luso. Por su fuera poco, ahora tiene en el punto de mira a Eurobic, entidad financiera con sede en Lisboa que suma 1.500 empleados y unos 7.518 millones en activos. Escotet ha hecho público el interés de Abanca, pero ha dicho que solo lo materializará si se asegura la mayoría accionarial de la entidad, obligada a cambiar de manos una vez que la magnate angoleña Isabel dos Santos ha decidido poner en venta su participación del 42,5% tras ser acusada de malversación y blanqueo de capitales durante su etapa al frente de la petrolera Sonangol.

Si Abanca acabase absorbiendo Eurobic (solo lo hará si se asegura el 75% del capital), la entidad heredera de las cajas gallegas triplicaría su huella en Portugal, ya que pasaría de los 4.150 millones en activos que tiene en la actualidad a más de 11.600, algo que la colocaría como octava entidad en el país vecino.

Megasa 

Pero Abanca no es la única empresa gallega que va viento en popa en Portugal. Destaca el caso del gigante gallego del sector metalúrgico, Megasa. El negocio portugués de la familia Freire es el que más beneficios aporta al grupo. Grupo Bipadosa, la sociedad cabecera del negocio familiar, que engloba a las plantas productoras y transformadoras de productos siderúrgicos, además de a su sociedad comercializadora (Metalúrgica Galaica), facturó en 2018 (último año del que hay cuentas completas) 1.413 millones de euros, casi un 5% más que el ejercicio anterior. Según la memoria remitida al Registro Mercantil, el negocio portugués fue el que más beneficios aportó al grupo.

En concreto, los beneficios obtenidos por el negocio luso del grupo Bipadosa se elevaron hasta los 79,1 millones de euros, casi 5 veces más que la cantidad conseguida en territorio español, que se quedó en 16,32 millones de euros. Con dos plantas de producción y reciclaje en Maia y O Seixal, en negocio luso de los Freire, que aglutina bajo la sociedad Atlansider, rozaba a finales de 2018 los 750 empleados.

De Inditex…

El gigante Inditex también ha puesto desde hace décadas la mirada en Portugal. La multinacional de Amancio Ortega tiene en territorio luso uno de sus 12 clústeres textiles de proveedores. Es uno de los más potentes. En sus últimas cuentas publicadas, correspondientes a 2018, indicaba que el 57% de las fábricas en las que la compañía produjo sus artículos se encuentran, además de en España, en Portugal, Marruecos y Turquía, entendidos estos tres como territorios de proximidad.  

Además del negocio que genera en cuanto a contratos con proveedoras textiles, Inditex cuenta con 339 tiendas en el país vecino y una plantilla de 7.000 empleados. En 2018, el negocio portugués aportó 63 millones de euros al resultado antes de impuestos del grupo. Cantidad mínima si se tiene en cuenta que España aportó 1.650 millones, pero mayor, por ejemplo, que los beneficios aportados por otros países como Alemania, Hungría o Reino Unido.

… a Sandra Ortega

Por su parte, Sandra Ortega, desarrolla a través de Ferrado Nacomporta, una de las sociedades que cuelga de su holding Rosp Corunna, un lujoso complejo turístico en Troia, al sur de Lisboa.

En 2016, Rosp Corunna compró a Soltroia, filial del gigante luso Sonae Capital (dueños de la mayoría accionarial de Perfumerías Arenal) firmaron un acuerdo de compra de activos inmobiliarios en Troia por 50 millones de euros. A finales del pasado diciembre, el Gobierno portugués dio luz verde al desarrollo del proyecto, una suerte de resort de lujo ‘ecológico’. El complejo trae aparejada una inversión de 164,1 millones de euros y prevé la creación de 318 puestos de trabajo hasta el 31 de diciembre de 2023. Por su dimensión, el Gobierno luso le ha conferido un “particular interés para la economía nacional”, motivo por el que, además, se ha hecho merecedor de una serie de beneficios fiscales sobre el impuesto de sociedades.

En el terreno inmobiliario, el renacer económico de Portugal también ha atraido al asturiano Gonzalo Albargonzález, quien controla el 50% de la mayor consignataria de Galicia, Pérez Torres Marítima, con operaciones en los puertos de A Coruña, San Cibrao, Pontevedra-Marín y Vigo, incluidos los puertos exteriores de Ferrol y Punta Langosteira.

Al margen del negocio del transporte marítimo, acaba de desembarcar en Portugal con el proyecto inmobiliario Jardins Efanor, que se asentará en Matosinhos (Oporto) y que prevé una inversión de 250 millones de euros.

De Tino Fernández a Frinsa

La tecnológica Altia, de Tino Fernández, ha sido una de las últimas empresas en unirse a la ola inversora en Portugal. A finales del pasado año, la firma coruñesa enseñó músculo al anunciar la adquisición de la empresa portuguesa Noesis Global por algo más de 14 millones de euros. La operación se acometió con recursos propios de la compañía y, salvo por el aplazamiento de pagos, no se recurrió a financiación bancaria. Es decir que, además, la compañía de Tino Fernández acometió el primer pago de la operación, de unos 8 millones de euros, a pulmón.

Portugal es también un territorio que desde hace décadas ha sido considerado como estratégico para las grandes pesqueras y conserveras gallegas (allí asentó Pescanova la famosa y controvertida planta de rodaballo de Mira, hoy en otras manos). La última operación en este sector la protagonizó hace unos meses Frinsa. La conservera de Ribeira (A Coruña) adquirió el 50% de la empresa lusa A Poveira, una firma con 80 años de historia asentada en el norte de Portugal, en Póvoa de Varzim. 

A Poveira es la tercera mayor conservera portuguesa, por detrás de Ramirez y del líder luso, Cofisa (Grupo Freitasmar). Facturó 24,2 millones en 2018 y algo más de 20 millones en 2017. Ramirez tiene un volumen de negocio próximo a los 25 millones y Cofisa supera los 50. Aunque el importe de la operación no llegó a trascender,  fuentes del mercado indican que la venta se cerró por una cuantía entre 9 y 10 veces el ebitda de la empresa lusa, lo que rondaría los 11 millones de euros.

 

 

 

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