Reganosa y Enagás llevan su guerra al negocio del abastecimiento a buques

La intención de la fima catalana de convertir sus plantas en estaciones de servicio para barcos que empleen gas natural licuado como combustible amenaza el proyecto de Reganosa de crear un 'hub' en el Noroeste peninsular

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Se avecina una nueva batalla entre Reganosa y Enagás, dos empresas que públicamente niegan cualquier hostilidad, incluso van de la mano en algún proyecto, pero que mantienen latente una guerra interna desde hace años. Esta vez el conflicto tiene que ver con el abastecimiento de gas natural licuado (GNL) a buques, actividad que se conoce como bunkering.

El año pasado, Reganosa ya realizó una experiencia pionera en Vigo suministrando combustible a un remolcador con destino a Noruega. Ahora, con el apoyo de la Unión Europea, ha puesto en marcha junto con 14 instituciones gallegas, entre las que figuran el Inega, Navantia, las universidades y las principales autoridades portuarias, el proyecto Ten-T para formar un «hub» de suministro en el Noroeste. Los estudios de demanda estarán listos antes de que acabe el año, según apuntan desde la compañía.

Llega la competecia

La Xunta es uno de los socios de Reganosa en esta estrategia. Este mismo martes, el director xeral Industria, Enerxía e Minas, Ángel Bernardo Tahoces, ha defendio en el Parlamento la planta de Reganosa, precisamente por impulsar lo que considera «la cuarta revolución de la propulsión marítima», como es el empleo del gas natural licuado como combustible. En este sentido, destaca que, gracias al proyecto Ten-T, Galicia logrará adelantarse a muchos puertos del mundo en materia de suministro.

El problema es que, recientemente, Enagás también ha puesto en marcha un plan para convertir sus regasificadoras en estaciones de servicio para los buques que naveguen por el Mediterráneo y el Atlántico. La planta de Barcelona ya está lista, mientras que las de Huelva y en Cartagena se preparan para adaptar sus instalaciones. En el caso de la de Gijón, que es la que podría entrar en competencia directa con Reganosa, se está estudiando. La planta está actualmente en hibernación y esto puede retrasar aún más este cambio, para tranquilidad de la empresa gallega.

En los tribunales

Otra de las batallas que mantienen las dos compañías gasistas se libra en los tribunales. El pasado 13 de octubre, el Supremo desestimaba el recurso contencioso-administrativo interpuesto por Reganosa precisamente contra la autorización al gasoducto para la regasificadora de Gijón, propiedad de Enagás.

La gallega argumentaba que, al quedar esta planta conectada al sistema energético nacional, existía un «riesgo inminente en la seguridad del suministro», aspecto que niega ahora el Supremo, que obliga a Reganosa a asumir las costas del proceso: unos 3.000 euros.

En 2014 el Supremo también desestimó el recurso que Reganosa interpuso en 2012 contra una norma de Industria que regulaba el determinados aspectos e incentivos económicos relacionados con el acceso de terceros a las instalaciones gasistas y la retribución de las actividades reguladas dentro de este sector. Enagás era la principal beneficida, pero también efectaba a Naturgás, Gas Natural Comercializadora, Iberdrola y Fertiberia.

A favor de Reganosa

En esta guerra permanente, no todo fueron victorias para Enagás. Este año, Reganosa consiguió que el Ministerio de Industria le autorizase por fin a operar como gestor de la red de transporte de gas natural, un privilegio que desde el año 2000 tenía en exclusiva Enagás. La firma intentó por todos los medios impugnar la certificación de la regasificadora de Mugardos, pero la Audiencia Nacional terminó por dar la razón a Reganosa.

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